(instalación) cotidiana ( instalación)





El sesgo irónico del arte
(instalación) cotidiana (instalación). La sugerente denominación de la propuesta de Gloria Velilla ironiza, al tiempo que complica, cualquier intención de fundamentar y legitimar el hecho artístico, ora desde lo institucional, ora desde lo personal…
Disponer metros de lienzo y ropas teñidas, como manda el credo estético –lo institucional- y el impulso artístico –lo personal-, en un espacio de arte es un gesto indiferenciado si consideramos que la potente estetización del mundo cotidiano diluye el valor y el sentido de la forma en el arte. De ahí que esta muestra se interese más en la intensidad de la ironía que en el preciosismo compositivo: el primero fluye desde el caudal metafórico y metonímico que supone la fractura de lo convencional, la transfiguración de lo real y su inmediata resignificación; en tanto el segundo sospecha del sentido de lo bello como categoría estética histórica viabilizadora de los modos de experiencia y conocimiento del mundo, ya sea natural, ya sea cultural.
Reunir objetos cotidianos en clave de arte hoy sobrepasa el significado duchampiano primero y adquiere al menos un carácter exorcizante. Así, en la obra de Gloria el objeto cotidiano (ready-made) interesa más como fuente de crítica personal e institucional que como cita histórica o mera alusión a un tópico capital del arte moderno. El lienzo y las ropas en cambio expresan el significado de lo que se construye y deconstruye incesantemente en el flujo de la memoria, la historia, el imaginario y la emotividad personales, recuento que despunta, asombrosamente, ahí mismo donde la forma resigna su vocación funcional y prosaica en virtud de la forma poética, acaso el lugar último donde fragua el verdadero sentido de lo estético.
La transposición de los objetos personales, en tanto, antes de activar y recomponer las condiciones de resignificación propias del ready-made asistido, interpela sutilmente al poder legitimador del espacio institucional: ¿es el espacio de exposición tan poderoso para instituir estatus artístico a un gesto tan superficial como extender tela y ropas, o denominar la exposición con un nombre que expone la carencia procedimental de producción hasta ridiculizarla y confundirla en gesto vacío? Son algunos de los interrogantes con que comúnmente cualquier persona que visite un museo o una exposición termina acosado. Sin embargo, Gloria sabe, como después nosotros, que los desvíos y desencuentros entre la obra, el artista, el público y la institución condicionan, ironía de por medio, la inestable y frágil identidad de lo artístico en la sociedad pluricultural y tecnológica de hoy, a saber, En una época de pluralismo radical. Todo es permitido. Esa fue la mayor conquista de los años 1960 y 1970, para decirlo con Danto.
Con estos fundamentos, Gloria, a la par que otros artistas contemporáneos, produce su obra entre la ironía y el extravío semántico extremos; estrategias y dimensiones paradójicas que hoy dulcifican el sesgo nihilista que amenaza al arte de nuestros días.
                                                                                                          
                                                                                                                     Carlos Sosa
Asunción, marzo de 2008



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